La generación de imágenes mediante resonancia magnética se basa en recoger las ondas de radiofrecuencia procedentes de la estimulación de la materia sometida a la acción de un campo electromagnético. La energía liberada por los protones ( que tiene la misma frecuencia que la del pulso de RF recibido) al volver al estado de equilibrio, es captada por un receptor y analizada por un ordenador que la transforma en imágenes. Estas imágenes son luego impresas en placas.
Para llegar exactamente a la
zona que se quiere estudiar basta con ser capaces de localizar la ubicación
exacta de una determinada señal de resonancia magnética nuclear en una muestra.
Si se determina la ubicación de todas las señales, es posible elaborar un mapa
de toda la muestra.
Además, la fuerza de la señal
de resonancia en cada frecuencia indica el tamaño relativo de los volúmenes que
contienen los núcleos en distintas frecuencias y, por tanto, en la posición
correspondiente. Las variaciones de las señales se utilizan entonces para representar
las posiciones de las moléculas y crear una imagen. La intensidad del elemento
de la imagen, o pixel, es proporcional al número de protones contenidos dentro
de un volumen elemental.
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